Para mi amigo Garinet, que me acuerdo de él
Te acabas de jubilar, y ya te estás preguntando qué será de tu vida.
No son pocos quienes creen que la jubilación es sinónimo de vejez e inactividad. Es así como, ante la disyuntiva de seguir trabajando o acogerse al retiro, varios eligen la primera de las opciones, como si de esta forma fuera posible posponer la vejez.
Pero no hay que ser muy astuto para detectar la falacia de este pensamiento. Retrasar la jubilación no logrará detener el paso del tiempo, pero sí puedes hacerlo algo más trabajoso y aburrido.
Cierto es que muy probablemente aquellos que lleven una vida muy activa y amen su trabajo, encuentren que no les interesa jubilarse, puesto que no conciben estar haciendo algo que los entretenga y retribuya más.
Pero este grupo de gente, corresponde a aquella privilegiada minoría que puede trabajar de lo que le guste, y está muy lejos del común denominador de los trabajadores, que sienten una gran responsabilidad y tensión en trabajos que preferirían no hacer.
Piensan, además, que ya han cumplido con lo que tenían que hacer, y se alegran de detener su rutina.
Y es que en alguna forma, retirarse supone también una escapatoria. Sin embargo, una vez que se ha consumado, es muy posible que ellos también puedan observar que han dejado atrás muchas cosas que en realidad les gustaban, ya que su trabajo, los hacía también salir de sus casas, los ponía en contacto con otras personas, y les llenaba un tiempo que ahora está vacío, y no saben cómo ocupar.
Búsqueda de ocupaciones
Frente a este aburrimiento o vacío, un remedio apropiado puede ser continuar manteniéndose ocupado con tareas fijas.
La buena noticia, es que estas podrán ser de tu interés, y durante todo el tiempo que las desarrolles.
Es importante que sepas que no tienes porque dominarlas de antemano: es muy probable que empieces a disfrutarlas cuando las haga bien.
Para lograr ir perfeccionándote en estas actividades, es bueno que te fijes una estricta rutina de horarios diaria, intenta no “llegar tarde” a cualquier lugar, para poder tomarlas como un hábito en tu nueva rutina de vida.
Lo ideal, sería que no les dediques más de una o dos horas durante el día, y que la rutina no sea demasiado exigente, para que no comiences a sentirla como una carga, y la puedas seguir tomando como un disfrute.
Más adelante, te sorprenderás con la cantidad de horas que le dedicas a ellas, aunque esto será solo por la satisfacción de seguir cumpliendo exitosamente con las metas que te propongas, y no por una auto obligación.
Más alternativas
Cada mes cuando recibas el ingreso de la pensión en el banco, a primera hora, antes de que abra el banco, tienes que estar en la puerta de la entidad haciendo cola, ya que seguramente te encontrarás con más pensionistas (momento propicio para hacer nuevas amistades). Puede parecer que tengas algún tipo de urgencia en ir, pero no es así, simplemente, vas, sacas el dinero mensual, lo cuentas y lo vuelves a ingresar, con ello, te creas un hábito, haces una actividad y creas relaciones.
Otro asunto que con lleva mucha actividad, los frecuentes síntomas del molesto dolor de espalda, que te hace visitar médicos, cambiar el colchón, comprar zapatos con plantillas especiales, usar fajas anchas, hacer ejercicios, tomar pastillas y pese a todo esto, la espalda le sigue doliendo, pero fíjate todo lo que has hecho.
Y si lo que desea es sobre todo hacer nuevas amistades, puedes probar con el Hogar del Jubilado, en donde además de conocer gente, se puedes jugar, charlar, y compartir tu tiempo y experiencias.
La clave: no abandonar la actividad
Es importante que, después de abandonar el trabajo, trates de no dejar de hacer actividades de una forma brusca, si no que vayas deteniéndote gradualmente, ya que los cambios bruscos pueden repercutir en el nivel emocional, y además, tampoco es bueno para la salud física de una persona vivir de forma muy sedentaria.
Lo importante, es que entiendas que la jubilación no es sinónimo de inactividad, sino, muy por el contrario, de pasatiempo o tarea placentera.
Jubilación a los 67 años (realidad o ficción)
El otro día me dio un infarto, mi mujer llamó a la ambulancia, cuando llegaron los del Samur no podían bajarme por la escalera… tenían 65 y 66 años, con reuma y unas cuantas cosas más.
Cuando llegué a la ambulancia el conductor tenía 67 años, le quedaban unos meses para jubilarse, no veía mucho y chocamos con un autobús lleno de niños, el conductor murió en el acto.
Unos obreros de una obra no pudieron rescatar a los niños, tenían 66 años y bastones de tener la espalda desloma.
Al final llegué al hospital, la enfermera se equivocó de archivo, tenía 66 años y sólo pensaba en sus nietos, que no podía cuidarlos.
Cuando me fueron a operar, el médico que tenía 67 años, se le cayó la dentadura postiza dentro de mi pecho abierto y desde entonces tengo una pequeña tos carrasposa.
Ya estoy bien, tengo 20 años y podría realizar cualquier trabajo pero estoy en paro y en el Inem no hay nada para mí…”
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