jueves, 15 de marzo de 2012

La Gioconda y su hermana gemela

La aparición de un retrato de La Gioconda provista de cejas y trenzas, más joven y con mejor piel que la del retrato original conmovió al mundo del arte.
Esta réplica del retrato más famoso de la Historia del arte llevaba en España toda una vida (su primera referencia es un inventario de las Colecciones Reales fechado en 1666) y había colgado de las paredes del Prado de forma recurrente. 
El hallazgo de esta "Mona Lisa del siglo XXI" entre las 6800 pinturas que abarrotan los depósitos del Museo del Prado, en Madrid, añade un capítulo importante en la historia de los grandes descubrimientos: se trata de la copia más fiel y exacta que existe del cuadro de Leonardo da Vinci, presumiblemente pintado entre 1503 y 1506 en Florencia, por un pupilo suyo. Los expertos barajan dos nombres: Andrea Salai (que a la postre se convertiría en uno de los amantes del maestro) y Francesco Melzi.
Y la hipótesis que sostiene esa afirmación no podría ser menos ambiciosa, ya que, según estudios radiológicos realizados en la sala madrileña, el cuadro no sólo habría salido del mismo taller del gran maestro italiano, sino que habría sido pintado en forma simultánea a aquel que hoy se puede apreciar en el Louvre.
La copia, contiene asombrosos detalles en la figura retratada y en el fondo que la distinguen de muchas otras reproducciones de La Gioconda realizadas en los últimos cinco siglos.
Además, el mejor estado de conservación general de la obra, que permitió un profundo trabajo de restauración, podría arrojar mayor información sobre el entorno en el que fue pintada la versión original y, también, sobre las distintas etapas del proceso de elaboración de la obra.
La mayor precisión de los trazos que se aprecia en esta versión, así como la vivacidad de los matices empleados también podrían echar luz sobre la identidad de la persona retratada. Según la tesis predominante, se trata de Lisa Gherardini, esposa del hombre de negocios florentino Francesco del Giocondo.
A pesar de que la obra había sido expuesta en la sala en más de una oportunidad, los expertos del siglo XX le habían restado importancia por su aspecto oscuro y devaluado, producto de los trabajos de repintado que habían sepultado, también, su fondo.
No fue hasta el año pasado, cuando el cuadro fue sometido por primera vez a pruebas de rayos X y a las técnicas de restauración más avanzadas, que los técnicos y expertos cayeron en la cuenta de que en las entrañas de la undécima sala más visitada del planeta se hallaba oculto un verdadero tesoro.
El primero de los indicios que hizo suponer su origen en la Florencia de los inicios del siglo XVI, es que la pintura fue hecha sobre madera de nogal, como la mayoría de las obras con esa fecha y lugar de procedencia. Hasta el momento de esa revelación, los especialistas habían concluido erróneamente que el cuadro había sido pintado sobre roble, como muchas piezas posteriores.
Desde ese momento, el interés y la fascinación por estar ante "algo grande" aceleraron los estudios sobre la copia y las consultas a los expertos internacionales.
El Museo del Louvre exhibirá a "La Gioconda española" junto con el máximo ícono de la pintura mundial entre el 29 de marzo y el 25 de junio de este año, con motivo de la exposición que se realizará en torno a la Santa Ana de Leonardo.
Luego de este baño de gloria, se prevé que la obra será incluida en la colección permanente del Prado, como fiel prueba de que los siglos de indiferencia y oscuridad quedaron definitivamente atrás.

El tamaño: Es muy similar en ambas obras: 77 x 53 centímetros en la obra original, 76 x 57 en la réplica.

Los detalles: Al tener mayor nitidez que el original del Louvre, en la réplica se aprecian mejor la guarda del vestido en el escote de la modelo y los pliegues de su atuendo. En la obra de Da Vinci esos detalles apenas se distinguen.

El rostro: El discípulo de Leonardo pintó a la modelo del cuadro con unas cejas que no aparecen en el retrato del maestro.

El fondo: En la copia hallada en El Prado aparecía oscuro, en contraposición con el original de Leonardo, en el que se aprecia el verde paisaje de la Toscana. Pero al restaurarse la réplica y eliminarse el oscuro barniz que la cubría aparecieron sorpresivamente los mismos paisajes presentes en el original

La modelo: Mientras que en la obra de Leonardo tiene el aspecto de una mujer de mediana edad, la copia hallada en El Prado, por estar en mejor estado de conservación, ofrece la visión de una joven de entre 20 y 25 años. Mucho se habló sobre la identidad de la modelo, pero la tesis más extendida es que se trata de Lisa Gherardini, esposa de un comerciante florentino

La conservación: Los trabajos de restauración de la réplica continúan, y harán que su estado de conservación sea muy superior a la obra colgada en el Louvre. El rostro del original permanece oscurecido por el barniz envejecido por el paso del tiempo.

El material: Se pensó que, a diferencia del original, el soporte de la copia era una tabla de roble, algo común entre los artistas flamencos u holandeses, contrariamente a la que utilizaban los florentinos, de nogal. Pero tras restaurarse la réplica se descubrió que en realidad el soporte también era de nogal.

Contemplada de cerca, la Gioconda del Prado provoca de golpe sensaciones relacionadas con cosas como la serenidad, la ambigüedad, el misterio, casi lo etéreo.
Los arrepentimientos presentes en ambas coinciden: cuando Leonardo da Vinci corregía el rumbo y retocaba algo, el pupilo hacia lo propio, en lo que supone una especie de fotocopia simultánea, a la voluntad del maestro. ¿Por qué Leonardo deseó y permitió que alguien se sentaran a su vera y pintaran a la vez que él el mismo tema? Misterio.
A partir de este mes de marzo, la Gioconda del Prado será expuesta en el Louvre. No en cualquier lugar, no en una zona destinada a las copias ilustres de obras maestras, sino al lado de una señora que podría ser su hermana mayor: ni más ni menos que La Gioconda… de Leonardo da Vinci. Ahí se verán las diferencias.

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