viernes, 8 de julio de 2011

Baraka. El último paraiso

Finde multimedia: Lo +Xclusivo


Género: Documental, Naturaleza
País: USA
Dirección: Ron Fricke
Año: 1992
Intérpretes: La Tierra y la Humanidad

Sinopsis:
Baraka uno de los mejores documentales de toda la historia del cine documental.
Aclamado documental de vanguardia sobre la naturaleza del Planeta Tierra, lanzado a las pantallas en 1992, rodado en 24 países diferentes, exhibe una sucesión de imágenes y sonidos, sin mediación de la palabra humana, que "narra, en términos eminentemente visuales, aurales y musicales, la evolución de la Tierra y de la Humanidad", trata de captar la esencia de la naturaleza y la cultura de la humanidad y sus costumbres, al mismo tiempo que señala las formas en que el ser humano se ha relacionado con su medio ambiente.
Comienza acentuando la idiosincrasia del máximo representante de la inteligencia en nuestro universo conocido, el ser humano, como homo religiosus, y finaliza también dejando latir esta característica naturalmente antropológica de apertura a la trascendencia. Maravillosa película documental que quedará registrada como arte fotográfico espléndido, de culto, de contemplación, para abrirnos a la inmensidad, de nuestro mundo.
La aparente fragilidad de la vida humana es contrastada con la grandeza de sus obras, al mismo tiempo que se subraya la desigual relación entre hombre y naturaleza. Baraka no tiene argumento lineal, ni personajes ni diálogos, pero, En medio de estos contrastes, la espiritualidad de la humanidad surge como el elemento más importante que la distingue de otras especies.
Un mundo más allá de las palabras.
El título, en Sufi (una comunidad religiosa islámica) significa "aliento de vida", quizás por ahí encontremos una posible respuesta.
A partir de esta premisa, la mancuerna integrada por el director Ron Fricke (director de Fotografía de Koyaanisqatsi) y el productor Magidson crearon un documental puramente visual cuyas las características técnicas son impresionantes, el primer film de la trilogía Qatsi, un poema visual místico de proporciones globales. Carente de palabras y con una línea temporal fragmentada, Baraka es un filme que lo mismo comenta acerca de la santidad que del materialismo, en una escala íntima, muy cercana a las emociones de los espectadores.
Ron Fricke nos regala una bellísima exposición de escenas del planeta Tierra y de lo que lo alberga, con el sólo acompañamiento de música meditativa y sonidos ceremoniales. También nos presenta una aguda denuncia y crítica sin palabras de los estragos que el ser humano le causa a su madre Naturaleza: por ejemplo, la belleza de ésta junto a la fealdad de las numerosas edificaciones para agrupar a miles de personas pobres o de clase media; la esclavización, mecanización y animalización de los seres humanos (alternando imágenes de multitudes de personas pasando velozmente por puertas, escaleras mecánicas, estaciones o calles, con otra similares de huevos y pollitos transportados por cintas mecánicas, catalogados y seleccionados hasta acabar integrando jaulas de granjas para el consumo); los megabasureros de las grandes urbes con legiones de excluídos rebuscando en la basura para sobrevivir diariamente; la militarización y enajenación de la gente a la par que muestras de lo que fueron los holocaustos nazi y el de los gemeres rojos en Camboya; los restos de grandes civilizaciones junto a los restos de humanos concretos incinerados en las orillas del río Ganges; etc. Y un epílogo donde aparece la cabeza por detrás de un hombre orando y a continuación diversos panoramas celestiales con estrellas y nubes que pasan a cámara rápida e indican que a fin de cuentas nuestra gran evolución con la belleza e inteligencia de toda la naturaleza planetaria en su conjunto, quedamos supeditados al misterio de la inmensidad espacial y celestial que nos envuelve.
La música se ha constituido en elemento esencial de la nueva tradición documental y la banda sonora de Baraka no es la excepción. Las composiciones de Michael Stearns contribuyen a aumentar la intensidad con que se perciben las imágenes de la cinta, proporcionando una experiencia casi extra-sensorial.
Baraka se inserta en la nueva tradición de documental, cuyas obras importantes incluyen a “Koyaanisqatsi” (1983) y “Powaqqatsi” (1988) del estadounidense Reggio y la más reciente “Microcosmos” (1996) de los franceses Claude Nuridsany y Marie Pérennou. Todas estas cintas concentran su poder narrativo en una mezcla, aparentemente casual, de imágenes, música y sonidos naturales o artificiales. Asimismo, comparten una visión propia de los umbrales de un nuevo siglo: la reflexión sobre las complejas relaciones que los seres humanos hemos establecido con la naturaleza y con los medios ambientes que hemos creado.

Abre tus ojos
Cuando uno se atreve decir "este mundo...", en el mejor de los casos, esas palabras aluden a un limitado recorte de la realidad personal. Baraka nos abre los ojos de un modo lapidario, y con una exquisita sensibilidad, asistimos a un despliege de imágenes soberbio para vislumbrar "este mundo". Y como las palabras no alcanzan para dar una idea de él, aquí no están, y lo bien que hacen de tomarse un descanso. En contra partida hay música y hay canto, pues con ellos se vislumbra mejor este mundo. Sin duda es un hallazgo el de Ron Fricke el de contraponer una música a veces ritual, meditativa, y siempre profunda al ruido de las ciudades; en ésta el director nos registra viviendo una vida de vértigo alocado, también opuesto a la danzas sagradas en comunión con la tierra. Quien haya visto esos documentales donde se muestran hormigas alocadas en torno a su tarea, puede encontrar una similitud entre ellas y los grandes conglomerados urbanos en esta película.

Cómo todas las cosas que nos hacen crecer Baraka nos plantea preguntas: qué es ser humano? Detrás de qué corremos? En qué creemos? y otras tantas que el espectador va descubriendo. Finalmente, el tiempo es otro factor que está en juego en la película: el director parece sugerir que hay dos tiempos, por un lado el de la naturaleza y allí las imágenes cobran una fuerza inusitada. Por el otro aparece el tiempo diseñado por el hombre civilizado, y en este sentido las imágenes dan cuenta de una mecanicidad en la que el hombre es un engranaje más. A partir de esto, que en la película suma ricos matices, desde algún lugar nos llega el eco de una pregunta incómoda: ¿es el nuestro un ritmo que sincroniza con los tiempos de la vida? O mejor, ¿qué nos hemos hecho los unos a los otros, al planeta que ya no podemos conectarnos con el ritmo de la vida? ¿Por qué lo seguimos haciendo?
Rodada en los cinco continente es una experiencia que nuestros ojos y oídos, pero sobre todo nuestro espíritu nos agradecerá, siempre y cuando tengamos la disposición para ver algo distinto, lejos toda ansiedad y vértigo; es en algún punto una película para contemplar más que para ver. Desde su estreno en 1992, Baraka no ha perdido su fuerza y belleza, porque ellas residen en un modo original de ver y la forma de captar no sólo la naturaleza sobrecogedora de paisajes, sino la a veces incomprensible naturaleza humana.

Lo mejor: la fotografía y la música.
Escena para recordar: el monje con la campana por la peatonal.
Consejo: el argumento, está pero no de un modo habitual, así que no lo esperéis en términos habituales si la vais a ver; por esto, es mejor dejarse llevar por la belleza de las imágenes y a través de ellas llegar a un argumento.

Enlace

Aqui teneis, la Banda sonora original de este documental que sin más palabras es "espectacular":
Enlace. Parte 1
Enlace. Parte 2

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